27 de diciembre de 2010

El hombrecillo de los lentes

Woody Allen ha sido actor, director y escritor de sus películas. Retrata un sector de la sociedad estadounidense. Se mofa de creencias, de costumbres, así como de maneras de pensar y estilos de vida y conductas. No obstante, Allen explica que, por una parte,sólo quiere hacer películas que muevan a la risa, hacer comedia. Por la otra, le gusta elaborar dramas. Agrega que, por lo general, emplaza todo esto en circunstancias comunes de la vida real y que le fascina seleccionar actores que luzcan como personas comunes y corrientes. Tiene sus variaciones, claro. Hay un alto porcentaje de público que no es amante del trabajo de este cineasta, sin embargo, sus películas atraen a un gran público intelectual que encuentran no sólo hilarante su obras, sino que le ven un sentido crítico. Personalmente me inclino por sus guiones y sus actuaciones, también me atrae su forma de diriguir, pues convierte a cualquier actor en un personaje diseñado por él. Es decir, no solamente recurre a sus actores prefridos, sino que contrata a quienes hemos visto en películas muy alejadas de las temáticas de Woody Allen.

17 de diciembre de 2010

Inesperado

Afuera el frío. El viejo reloj de rostro amarillo señala las ocho y cinco de la noche. Bebo algo caliente y comienzo una línea: "El gato se acurrucaba en forma de bola oscura junto al fuego..." pero no puedo continuar, alguien llama a la puerta...

8 de diciembre de 2010

Afuera, la noche

Afuera, la noche surcada de calles; tiritando las luces de frío y de neblina, pajarracos negros cubiertos de abrigos se dispersan como como manchas de sombra. Adentro, tirito de frío. Esta enfermedad no es del alma, es el resfriado y la calentura. Hoy no leeré, no anotaré nada; miraré televisión, cubriéndome hasta el corazón, por si acaso, luego dormiré soñando en la Luna silenciosa.

6 de diciembre de 2010

Tarik

Tarik, el más grande ceramista de Mogador, vino a mi mente cuando traté de enviar un email a alguien que no he visto en persona desde hace veinticinco años y con quien me he comunicado infrecuentemente, precisamente, por email. Igual que Tarik al desear modelar la pieza única, quise redactar algo tan preciso, tan especial, tan diferente. Quería escribir un texto particular, que dijera tantas cosas... permanecí mirando en mi interior esa luciérnaga brillante. ¿Qué palabras breves pueden condensar lo que no le dicho en toda una vida? ¿Qué instante puedo capturar para mi hijo?

30 de noviembre de 2010

Todas las calles

El día se ha derretido sobre la noche y la línea que los separa se ha vuelto tan difusa que es prácticamente imposible distinguir uno de la otra. Yo, como muchas veces, he pasado de la luz solar a la nocturnidad de colores. Bueno, soy un híbrido: día y noche. La oscuridad me sorprendió en el café (esto es frecuente). Cuando abandoné el lugar, no tomé a la izquierda como es usual; no fui directo a cruzar la plaza rumbo a casa; caminé a la derecha, con rumbo incierto, igual que muchos noctámbulos: a lo que depare la ciudad nocturna. Bien puede haber algo nuevo... tal vez nada. Parezco otro, con mi ropa, con mis manos y mi cara, pero otro. No un otro ajeno, desconocido, sólo otro yo. La noche me llama esta vez... y no le gusta esperar.

19 de noviembre de 2010

La mano del fuego

Alberto Ruy Sánches, La mano del fuego (segunda edición 2008. La primera edición es de 2007) editorial Alfaguara. Escrita esta novela con un lenguaje entre simple, poético y simbólico, abre un portal a mundos desconocidos para algunos. La mano del fuego se refiere a los aspectos del erotismo, a la sensibilidad de los amantes que se escuchan con las manos sobre la piel del otro. Habla de los significdos de los cinco dedos. Tarik Razaali, el mayor ceramista de Mogador, recibe el encargo de Jassiba, la mujer amante de Zaydún. Ella solicita a Tarik que le diseñe y elabore un modelo en cerámica; una pieza que Tarik, el mayor ceramista, no haya modelado y que jamás elaborará de nuevo. Jassiba pidió que cuando ella y su amante mueran, la pieza definitiva será moldeada con las cenizas de ambos. Ello será la expresión máxima del amor. Una pieza de extrema belleza, aunque inutil y frágil, pero única.
Tarik empieza a trabajar en el modelo perfecto, sin un parpadeo, recuerriendo a sus recuerdos sensuales y cuando ha formado ya la parte que constituye la vasija especial, un insecto llegó haciendo giros en el aire y entró a la estructura del ceramista. Era un cocuyo, pariente de las luciernagas. Este insecto es venerado por la gente de Mogador, pues sostienen que en esa luz, que los hace resplandecer en las noches, se guarda el alma de los muertos; luz que sigue brillando después que los insectos han dejado de vivir. La distracción que produjo el insecto hizo vibrar levemente la mano de Tarik, lo que le proporcionó a la pieza un aspecto singular, inimitable.
Mogador es una dimensión de símbolos y creencias, de tradiciones y oficios, de amor y amantes que bajo la luna se juntan y de mujeres que hacen el amor con el Sol... el Sol como amante.
Es hora de enceder la luz de un cigarrillo, beber los secretos del café y soñar con las callejuelas y tiendas de Mogador. La noche es fría, pero el alma tibia e íntima.

16 de noviembre de 2010

El hombre en la calle solitaria

Se había borroneado el día. A las cinco de la tarde oscureció de tal forma que parecía que la noche tenía adelantado su reloj. Comenzó una llovizna fina, tanto que no se apreciaba, pero las paredes y el pavimento brillaban imitando en horizontal los edificios. No me importaba nada de eso, arrellanado en mi lugar en el café (igualmente muchos comenzales conversaban, otros leían revista o periódicos o libros, así que no era el único metido en mis cosas. ¡Ah! estaban los que miraban,casi inmóviles, por la ventana hacia la calle reflejante). Con gozo comencé a tocar la portada del libro, que encontré en un estante en una de las librerías de la avenida Matías. Me gustó la portada, es una pintura de un tal J. Smith. Se trata de un hombre de pie en la acera de una calle angosta, empedrada, solitaria y de farolas tristes. El título, abarca un poco de la parte superior de la imagen; está escrito con letra Arial color blanco, como despintándose: El hombre en la calle solitaria de Ethan Curtis (no lo conocía) 1996. ¡Cuentos! Son catorce cuentos que leeré poco a poco y que me dispongo a disfrutar. La editorial, desconocida para mí, es Unicornio, española; la traducción, de Amílcar Borrero, 2008. La factura del libro es buena, flexible, para ser abierto de par en par. La contraportada informa que el autor escribe literatura urbana; sitúa sus historias en Nueva York o Boston. Sus temas: la soledad, la muerte, las relaciones interpersonales fracturadas y, particularmente, exploraciones a los laberintos internos de sus personajes. Pediré más café y un pan vienés. No he escrito ni una línea, pero he leído muchos mundos.

15 de noviembre de 2010

La casa negra (cuentos)

Patricia Highsmith (The Black House) fue publicado por William Heinemann en 1981 en Londres. Lo encontré en una mesa con otros libros que se vendían a bajo precio en un supermercado. Es una tradcción de Martín Schifino y fue publicada en 2010 por Cargraphics (Colombia). Contiene once cuentos que se unen por una pequeña amalgama de dos elementos: lo policiaco y lo bizarro. La traducción es buena en general. En lo particular me parece que contiene términos que no son "universales". Los cuentos poseen mucha descripción, pero, al mismo tiempo, avanza la acción. La característica de los textos es que cada uno abraza un final explosivo o abierto. No digo que son lo mejor como cuentos, pero si son bastante entretenidos y se leen con soltura e interés. En los cuentos aparece como constante el pesimismo y la inclinación a lo material sobre cualquier cosa, incluso, sobre otros seres humanos. Patricia Highsmith publicó en 1955 la novela The Talented Mr. Ripley (que fue hecha pelicula en 1999, dirigida por Antony Minghella y actuada por Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law. Tuvo una segunda parte... muy buena, no les digo más). La casa negra conjunta títulos como Lo que trajo el gato (uno no imagina que pudo traer el gato), Ancianos en la casa (con un final inesperado), La casa negra (que se encripta, hay que leerlo con atención), La cometa (tierno, raro y con un final: inesperado), entre otros por el estilo.
Highsmith fue (nació en Texas, Estados Unidos en 1921 y murió en Locarno, Suiza en 1995) una mujer que se salió de su época ya que, dada al alcohol, se perfiló siempre como una persona problemática, así como por su homosexualismo, misantropía y desden por el American way of life, que la llevó a vivir a a Europa de manera definitiva (primero radicó en Francia, luego en Suiza, donde falleció).
Después de tanto café, les dejo estas notas por si alguien se interesa en este libro. Ahora debo cruzar la plaza negra (así me parce por el frío y las farolas moribundas) metido muy adentro de mi abrigo.

13 de noviembre de 2010

Noche fragmentada

Caminé entre la noche de noviembre, casi borracho. La ciudad nocturna parecía distinta. Era uno de esos estadios en los que después de beber un poco uno siente que no necesita a nadie. Un taxi tocó la bocina viéndome como posible cliente: no me importó; de hecho nada me importaba, Si llegaba a casa, bien, si no lo hacía, también estaría bien. Mi cuadernillo de notas dormitaba en el fondo del bolsillo de mi abrigo. Mi mente daba vueltas alrededor de miles de imágenes sin detenerse en ninguna. Cargaba en mi espalda un sabor a soledad y libertad. La ciudad, en esos momentos, era mi aliada; yo era parte de ella y de la noche. Me había mimetizado con la frontera de lo sórdido. Estaba listo para enfrentar, completamente solo, lo que fuera.

8 de noviembre de 2010

Ausencia

La ausencia, va y viene... pero, a veces, se queda. Cuando esto sucede se trastornan las horas y los hábitos, colapsan la luz y la sombras; se desmoronan las palabras y se conmueve el alma. La ausencia viene, y si se queda, las cosas se alargan, encaran una nueva dimensión. Yo no sé cómo lidiar con ella, no se cómo salir de ella. Lo mejor es esperar, en silencio, a que decida marcharse.

3 de noviembre de 2010

Invención de mí mismo

Lo que soy y lo que anhelo ser son uno en mí. No sé si lo que soy es una invención o si lo que deseo ser ya soy. Me es indiferente el dilema, el rompecabezas del Ser. No me importa ser una invención de mí mismo.

22 de octubre de 2010

Cuadrícula

El hombre hablaba y con las manos trataba de expresar lo que su mente elaboraba. Abría los ojos queriendo ser claro. Yo lo escuchaba formándome una idea de lo que decía. Lo veía dentro de una habitación con fotografías antiguas de su familia y de amigos, pero él casi no reconoce a quienes aparecen en ellas o los confunde. No tiene recuerdos y los que le llegan son difusos, como si el viento del pasado se los llevara en un torbellino. Era un tipo sin orden en su interior. Me dio la impresión de que con una estructura cuadriculada lo habían fragmenado y separado. Me fui del ahí con una sención agria.

15 de octubre de 2010

La soledad a solas

Mis apuntes han quedado abandonados, lo mismo mis libros... mis cosas. Por no sentirme bien me recluí en mi recamara. Desde ahí escuché el viento pasar, el día declinar y la noche agonizar. El mismo gorrión tocó varias veces el cristal, la misma paloma se detuvo a descansar o a mirar no sé qué. La casa negra de Heighsmith se abruma de abandono y yo por abrir sus páginas, pero mi ánimo se siente cansado... es la soledad a solas.

9 de octubre de 2010

De vuelta

Estoy otra vez en el café. Tengo dos libros nuevos y algunas cosas que contar. Será en otra ocasión. Por hoy, beberé capuchino y leeré y leeré. Afuera, llovizna y me siento cómodo en mi asiento y con mis libros. Mi cuaderno de notas en espera.

12 de septiembre de 2010

En espera

Como mujer no le es diferente la soledad. Rodeada de los muebles y del silencio del departamento, miraba la portada de la novela que tenía enfrente: New York Blues. Le gustaba el título y el autor, Jeff Adams, pero no la había abierto. En la nublada tarde, estaba disfrutando de hallarse en medio de la creciente penumbra. Más tarde abriría la novela y leería las primeras páginas. No necesitaba más... aunque a veces... bueno...

6 de septiembre de 2010

Una sombra más

Mientras caminaba por San Mateo, perdido entre la multitud, el cielo bajó hasta quedar casi frente a frente, cara a cara. Era una mancha nublada que parecía que descargaría su conciencia condensada en su corazón de vientos helados. Su aliento desparpajó recuerdos muy viejos; de tormentas antiguas, de callejas empedradas, de olores a café y cigarro; recuerdos de canciones entonadas hace mucho y perdidas ya en el cajon de las cosas de siglos. Cada uno se fue acurrucando en sus ropas, en sus pensamientos. Yo hice lo mismo, me metí en mis cosas, incliné un poco la cabeza y continué andando. Crucé la plaza cuando empezaba a oscurecer. Me fui volviendo una sombra, como los demás, y me desvanecí como un humo transparente por el caminillo de cemento. Nadie reparó en mí.

2 de septiembre de 2010

La Nada

Hoy, al doblar una esquina, me encontré con la Nada. Me miró como vieja conocida y me abrazó. Me impregnó de lejanía, nostalgia y desconsuelo. Luego, me marché, vacío, como sin nombre, como sin voz, como sin alma.
En una vidriera alcancé a distinguir a un maniquí que cruzó en silencio. Llevaba mi ropa y mi libro.

27 de agosto de 2010

La soledad

La soledad es como esperar y esperar y esperar y esperar...
siempre en silencio o en el invariable tono de nuestro monólogo interior.

20 de agosto de 2010

Vacío

El día está vacío; mi interior está vacío. No encuentro un asidero. En la neblina donde el tiempo y el espacio se fusionan, me resbalo, no hay nada que me succione o jale, sólo me resbalo, no lo puedo evitar.
El día llegó vacío, el buzón no me guarda ningún secreto; el lado externo de la puerta no me tiene una sorpresa. El otro extremo del teléfono guarda silencio; la hoja de mi agenda, duerme. El viento tras los cristales, pasa, se va de largo dejándome como el cartero que no me entrega un sobre, como el fondo blanco de mi bandeja de entrada: sss... el sonido de la nada.
Dentro de mí ningún mueble; ni una silla para descansar, ni una cama donde soñar que mañana habrá secretos por develar, sorpresas para alzar las cejas, que una voz dirá mi nombre, un número en mi agenda, un viento en remolino en la ventana, mi bandeja de entrada con destellos negros de emails y en mí, el mobiliario dispuesto para sentirme en casa.

17 de agosto de 2010

De prisa

Esta noche tengo prisa, debo dormir más temprano; cerrar los ojos ya. No pondré cosas en mi diario anotar, no quiero mirar largamente por la ventana ni esperar el ring del teléfono. No quiero mirar esa pared que parece albergar rostros. No elaboraré ni una sílaba de ningún poema. Esta noche tengo prisa, dormiré, no debo permitir que los fantasmas se marchen. Esta noche pensaré en quienes hace tanto tiempo no veo; acudiré al pasado. En mis sueños volveré y miraré la vieja casa de mi madre y a ella, joven, sentada en la cocina; volveré a ver a mi hermano siendo niño y a mi padre fumando. Mi hermana estará ahí, con los sonrientes ojos negros brillando.
Esta noche dormiré abrazado a las figuras de arena, antes que un viento repentino las desvanezca bajo el sol de los años.

12 de agosto de 2010

Siete líneas ¿Tendrán algo de cierto?

He vuelto al café después de varios días. He sacado mi libreta de notas y escribí varias líneas, desde mi perspectiva, es un poema, pero no lo sé en realidad. Dice: El aguacero de los años/no sólo ha borrado tu rostro/ha lavado hasta tu nombre/inyectado en mi piel./Hoy, yo mismo soy otro/he mudado hasta de olor./Ya no estás en mi agenda, no más.../y yo, más solo que nunca.
Luego, bebí lentamente el cafe y me marché, con la tarde a cuestas.

11 de agosto de 2010

Casa sola

Afuera, una ola amarilla es el jardín silvestre. Dentro, la penumbra va creciendo, invade la sala y el comedor, la estancia y la cocina, las habitaciones. En los muebles el polvo casi ingravido se deposita. Hay un silencio distinto, un sensación de ausencia total. La casa no se encuentra simplemente sola. Un libro, sobre la mesa de noche enseguida de la cama, abierto, pero nadie lo lee. Cerca del libro, sobre la cama... La casa está de luto. Sola.

9 de agosto de 2010

Es la soledad...

Es raro saberse solo. Aunque se esté acostumbrado y se lleve como una condición y se reconozca como un estado, es la soledad. Suelo escribir algunos versos y soltar el papel para que ruede por la calle. Nunca he recibido ningúna respuesta (en esa botella echada al mar, anoto mi dirección electrónica). A veces me pregunto ¿Sucederá que alguien, algún día, lo levantará y lo leerá... y, encima, me responderá?
Es la soledad. Soy un viejo acostumbrado ¡y lo que me encuentro haciendo a veces! Muy a veces, es cierto. Ahora cerraré la ventana, hoy no soltaré nada, dejaré que ese extraño que podría leerlos, pase de largo.

7 de agosto de 2010

Nebulae

Aterriza en Nebulae wwwnebulae.blogspot.com

La memoria en la literatura

Hace mucho tiempo, alguien me dijo que no está bien escribir textos que sólo son recuerdos. De hecho, alguien criticó mi primer libro diciendo que lo había escrito a partir de lecturas. No me importó que dijeran ninguna de las dos cosas. Se escribe porque se desea hacerlo; que uno se base en memorias, en lecturas en verdades o en imaginación, el punto es elaborar, construir, tejer, hilvanar, un cuento, un poema o una novela. Puedo anotar que Woody Allen se repite en cada película y que Paul Auster en sus novelas, también. Creo que sucede esto no por carecer de imagianción, sino porque les gusta crear los mundos que a ellos les son cercanos, acogedores y que, simplemente, resultan de su interés. aquí, en esta ciudad, tengo matrial para contar lo que me llama la atención y, además, estás páginas constituyen, a veces, el diario de un hombre solitario. Ese puede ser alguien conocido o yo mismo o un configuración de letras. En este punto debo decir que nadie es lo que parece y nada es lo que creemos. Me gusta la multiplicación de personalidades y la incertidumbre. Hoy, por ejemplo, llueve y la ciudad luce empañada; yo escribo, desde un altillo penumbroso, tibio y tranquilo. Eso es suficiente.

28 de julio de 2010

Juegos de la memoria

Mientras leía la novela de Haruki Murakami, cuyo título me atrae mucho: Tokio Blues, encontré algo acerca de la memoria, de los recuerdos. En una parte, el personaje, Toru, habla sobre un prado y un paisaje que creía olvidados, debido a cierto incidente, lo comenzó a recordar. Anota que después de tantos años podía rememorar cada detalle. Mis cavilaciones comenzaron a decirme que tal vez Toru sólo recordaba algunas cosas y que las demás eran elaboraciones de su memoria. Yo creía, firmemente, que mi infancia había transcurrido de cierta forma. Según yo, mis días cotidianos y urbanos de los veranos los pasaba bajo un árbol de los que había en mi calle. Siempre me ví bebeiendo un algún refresco y leyendo comics. Ya viejo, y reflexionando sobre varios aspectos, me saltó a la conciencia que en mi calle no había árboles, ni uno solo. No había dónde tumbarse a leer comics y, además, lo abrumador del verano no lo permitía. Así que, en mucho, aquellas memorias guardadas con emoción y a las que, con frecuencia, recurría nostálgico, no eran tales, no existían. Esos recuerdos fueron un construcción de mi mente que permanecieron durante, prácticamente, toda mi vida. No he querido investigar qué otros recuerdos son falsos, sólo elaboración mental. No quiero saberlo. Tal vez mi pasado es una construcción, un artíficio, y el presente solitario es lo real. Pero a veces me pregunto: ¿Será mi presente real o es la imaginación lo que a dispuesto todo lo que me rodea? ¿será que estoy más viejo y en otro lugar recordando esta vida actual, que muy posiblemente yo inventé?...

16 de julio de 2010

La soledad del mago

El mago se ha puesto triste, ayer llovió y hoy también. No ha ido a la calle a contarle historias a los transeúntes con sus manos y ágiles dedos que ondean como golondrinas en el cielo de verano. En su sillón lee historias de escapistas, de ilusionistas. Cree escuchar una música suave, luego advierte que es la lluvia en los techos, en los cristales, en las paredes, en la calle... es la lluvia. Luego le parece que alguien llama a la puerta, pero nota que es el viento que araña, transparente, las maderas. Oye que han dicho su nombre, pero se da cuenta que es el rumor de un trueno lejano. Intenta un truco, pero no tiene la pañoleta, ni la moneda, ni la pelota de goma, ni la flor, ni el ánimo. Se quedará sentado con los ojos en la página del libro, tal vez sin leer, tal vez dejándose estar hasta que la oscuridad doméstica lo comience a abrazar.

15 de julio de 2010

El mago

Había una vez un mago; tenía una capa negra, un sombrero de copa y una vara para señalar los encantamientos. Poseía un libro de trucos y un pasado lleno de recuerdos que su magia no podía borrar. Guardaba sus artilugios en un viejo baúl, el cual cerraba celosamente con llave, que luego escondía en un bolsillo secreto. Se llamaba Señor X. Todas las noches sacaba la capa, el sombrero y la vara, los limpiaba, los acariciaba y los volvía a encerrar. No los usaba desde hacía mucho tiempo. Para sus actos de magia no los necesitaba. Le gustaba hacer tales actos de magia en las calles. Podía hacer recordar a una anciano el nombre de su primera novia; a un niño verse de grande; a las mujeres, sentir de nuevo el gusto de un beso. Pero su magia no suertía efecto en sí mismo...
Disculpen, llaman a la puerta. Tal vez es magia... tal vez es mi imaginación.

14 de julio de 2010

Deshora

Cosas de la vida. Mientras leo y escribo una anotación aquí y otra más allá en los textos que corrijo, me detuve un momento y miré sin prisa por la ventana: la calle, gente yendo y viniendo, ni un lugar para estacionar. De todas formas quisiera dejar este escritorio y caminar entre esa multitud cotidiana, detenerme con el semáforo en luz roja a la sombra de los edificios. Mirar a lo lejos la plaza y distinguir la vidriera de Ike´s donde me espera un capuchino. A deshora sueño un poco. Me sumerjo de nuevo en el texto y resignado anoto un signo de eliminar, sigo y anoto un signo de separar... y así y así...

13 de julio de 2010

Tristeza

Cuando abrieron la maleta olvidada en el andén, encontraron que sólo contenía una carta de despedida escrita a mano.

3 de julio de 2010

Después del reloj

Hay días en los que después del reloj no hay nada. Son de esos días oscurecidos por la ausencia de sol, encortinados por una llovizna pertinaz. Las manecillas parecen saludar con movimiento de pesadilla desde una carátula amarillenta. Dan una vuelta completa, dan otra y otra más. Pero después de eso, lo mismo. Y la ensoñación de un toquido en la puerta o el timbre del teléfono se desvanece en el aire abandonado a su suerte en la habitación. La flor marchita, sin atención de nadie, en el florero empolvado se inclina en una mueca de muerte.
Qué no lleguen los fantasmas del olvido, qué no lleguen.

28 de junio de 2010

Berlín a 10 grados

Berlín a 1o grados, donde parece que el verano no llegará nunca... esto viene de buena fuente. Aquí, en esta ciudad que me ha adoptado, el verano es un sol desfalleciente, tan lánguido que parece que se apaga. Aquí nos hemos acostumbrado a ello, nos gusta y cualquier mediodía es bueno para sacarse la chaqueta y asolearse, especialemente para los vieos como yo... bueno, esto ha sido un paréntesis. Hoy no escribiré nada aparte de esto... estoy imposibilitado para hacerlo, hoy tengo muy buen ánimo; mañana, mañana ya se verá.

24 de junio de 2010

Belleza a contracorriente

Alguien me escribió que la belleza se puede encontrar a contracorriente. Estoy de acuerdo; se puede hallar al dar vuelta en una esquina, al entrar a una tienda, al salir del trabajo... al mirar por encima de los edificios, al subir al autobús, cuando se observa a la gente en la plaza, al bajar el periódico de nuestros ojos, al recordar a algo... al recordar a alguien, al asomarse por la ventana, cuando se pone atención al tic tac del reloj, en la penumbra de la casa, en la página cualquiera de un libro, al atisbar en los sitios recónditos de quien no conocíamos, al guardar silencio, en una voz que nos pareció reconocer, en un rostro que emergió del pasado... Vuelvo ahora a mi libro y a mis notas, a mis horas lentas, a encontrar belleza.

23 de junio de 2010

Nada es lo que parece

Las cosas se ven de una forma y a veces de otra... la calle puede lucir como una larga vía de sacrificios y de batallas contra quienes vienen y van. Otras veces, esa misma calle representa el camino a seguir para contemplar la tarde o repensar nuestros asuntos bajo la llovizna. Lo que nos parece una bandada de cuervos a lo lejos y de noche cuando cruzamos la plaza, resulta ser una desbandada de solitarios como yo, un cuervo solo, una sombra que se pierde en la noche.

13 de junio de 2010

La tarde se mueve lentamente

No hay nada en el reloj. De nuevo veo por la ventana y encuentro a un hombre cerrando lentamente la puerta de calle. Tiene una maleta. Con paso lento parte. Me recuerda algo, me recuerda a alguien. Es como una vieja foto, es como un antiguo recuerdo. Hay instantes que se repiten una y otra vez, una y otra vez. La tarde se prolonga, se mueve con la lentitud de un paso incierto, de esos de quien no sabe a dónde va. Es como esperar en el andén un tren a ninguna parte.

6 de junio de 2010

De los manuscritos encontrados en un cajón

La tarde bajaba por el horizonte, tan lentamente que pensé que se quedaría para siempre ahí. El verano había acarreado el olor a pasto recién cortado, a humedad de los jardínes y destellos cristalinos en las hojas verdes de los árboles de las aceras. Yo simplemente me dejé estar; era como tener ocho años otra vez, esperando que mi madre pusiera los cubos de hielo en la jarra con agua de sandía. Había un olor especial en la casa y un tras tras de platos en la cocina. Entre la acera y la calle, una fila de hormigas transcurría sin cesar. Mi palo de paleta se volvió la atención de la roja hilera. Hoy, esas son las formas, los olores y colores que guardo como fotografías en un rincón de lo que soy. Esta tarde es como aquéllas... tal vez todas estas tardes lo son, pero no había reparado en ello.

4 de junio de 2010

Por la ventana

Esta hora inusual se aroma de café... suelto al aire esta nota infrecuente. Afuera, la calle poblada, el sol estrellándose, los ruidos cotidianos... el calor abrasándolo todo.

28 de mayo de 2010

En el espejo hay un rostro desconocido. En la calle veo rostros desconocidos. En mis recuerdos hay rostros desconocidos. No sé si esto es una jugarreta. En fin, saludo a esos desconocidos una y otra vez... saludo al viejo que me mira fijamente desde el espejo.

24 de mayo de 2010

Dias de ausencias

Hay días que dedico a las ausencias. Los dedico a aquellos nombres que parecen quedar en el exilio que les da el olvido, pero que como pájaros regresan una y otra vez; a la ausencia de rostros que no he recordado en mucho tiempo y que se van empolvando y borroneando; a la ausencia de personas que se van volviendo fantasmas, sombras perdidas entre las paredes de los días. También le dedico a las ausencias recientes... las más doloras, las que con dientes destellantes muerden y arrancan un trozo; esas que con mano helada aprietan tanto el corazón que dejan exhaustos. Esta falta de presencias; este faltar tan nuevo, tan próximo, es lo imposible de no tener en cuenta. Quisiera echarles semanas encima, taparlas con los meses... pero a la vez quiero dejarlas frescas, como heridas abriertas al sol... y que se poblaran de nuevo.

6 de mayo de 2010

Un día más

Un día más de existencia en autobuses que van y vienen. En este verano azul el calor estalla en los cristales. Miro el pavimento y casi percibo su olor. En fin, es el día brillante que me abrasa en mi asiento, que desconcentra mi disco duro y no me enfoco en el artículo sobre Ruiz Safón. Respiro despacio, me muevo con lentitud... la ciudad arde como el infierno y los mismos demonios nos estamos tostando en ella. Ya no sé en que renglón de mi lectura estaba... de hecho, ya no me importa.

23 de abril de 2010

Tráfago

En la ruleta rusa de la oficina, haciendo lo que me gusta sí, pero sacando la cabeza del devenir de papeles, un amasijo de esperanzas, una cuadrícula rídicula de cifras positivas, un buenos días falso, los timbres de los celulares... personalizados y ridículos. Un mosco garabateando el aire que se espesa poco a poco. El mediodía deja resonar sus pasos. Tengo tantas cosas que hacer que el reloj se vuelve un rompecabezas insólito. Allá afuera, los cafés, las calles mis amigas. El sol apostado en las esquinas esperando la noche... qué día tan largo. Entre los renglones de mi cuadernillo anoto mi frase afortunada, especial, tal vez al anochecer la tache y busque otra genialidad literaria. Por lo pronto imagino una mariposa deletreando un nombre... y así gira el día por hoy.

14 de abril de 2010

Que me sueñe la ciudad

Tantos carteles en la calle
es como leer un libro
y ver una dimensión alterna
la realidad bizarra
a la que decimos no pertenecer
Las lámparas públicas
iluminan las paredes de carteles
pegoteados unos sobre otros
Somos los lectores de paredes
de las nomenclaturas pandilleras
Transitamos como en un museo
observando las obras
de manos ocultas
Cada cartel tiene detrás
un grupo que cree en ello
En fin, paso
me voy al trabajo
me voy al parque
me voy al café
me pierdo en cualquie calle
Repaso de regreso a casa
Sueño con la ciudad
y sueño que ella hace lo mismo
aunque seguro estoy
que no soy nadie para ella.

2 de abril de 2010

Me contaron ayer

Me contaron ayer que te vieron salir de un café; que te abrazaste a él bajo el paraguas; que se dieron un beso y caminando despacio se perdieron en la calle de lluvia. Yo sonreí para que no vieran mi tristeza, pero no fue más que la mueca de un payaso sonriéndole a su soledad.

Asunto de gramática

Se quedó frente al espejo mirando ese rostro que no le pertenecía. Un caudal de imágenes se fueron encimando unas sobre otras provocando que las facciones se le ondularan como si se encontrara mareado o en una pesadilla. Sin pasado no hay dolor. Pero no tener pasado es un pensamiento tan absurdo como figurarse que la muerte se olvidará de nosotros. No tener pasado es un acto de un instante: al nacer. No tener pasado es no existir, no ser. Ante ello, fue desechando capa por capa como si pelara una cebolla. Al final de la suma, quitar las capas del pasado como pelar una cebolla, igualmente nos hace llorar.
Cuando notó que el rostro en el espejo volvió a ser lo más parecido a él, intentó una sonrisa, no resultó como la deseaba y dio media vuelta y dejó a sus espaldas el espejo inquisidor que le devolvía en reflejos cosas que no quería volver a ver.
El pasado es un espacio verbal que había tachado en su gramática personal; el tiempo presente era su mejor conjugación. En cuanto al futuro, no le disgustaba, no lo consideraba de imprtancia, podía existir o no. Lo único que vislumbraba era que, en algún momento, partiría de este mundo con un boleto sólo de ida.

29 de marzo de 2010

De nuevo a recomponer

Tomé la pluma y me disponía a escribir mis notas cuando, de súbito, como sucede siempre, un caudal de imágenes comenzaron a llegar y a encimarse. Eran aquellas cosas del pasado que despiertan y regresan a tocarnos la puerta. Un montón de asuntos empolvados que se sacuden y que no es posible ignorar. Es necesario observarlas para reorganizarlas y recomponerlas; rearreglarlas para que en nuestros recuerdos tengan sus espacios. No se debe mirarlas demasiado, sólo hay que acomodarlas para que vuelvan a dormir en paz por mucho tiempo.

22 de marzo de 2010

Este día la ciudad

Este día la ciudad siguió pasando vertiginosa como suele suceder a diario. Por la ventana entraba el viento que agita, el polvo que levanta, los sonidos que emite. Este día la ciudad sin mí... yo sin ella; la dejé transitar allá afuera. Yo, yo me quedé dentro, extrayéndo motas de recuerdos de la alfombra, de los resquicios de los muebles olorosos a tiempo. Este día la ciudad se fue oscureciendo entre las notas de un desvaído Charlie Parker y su alto saxofón. Al mismo tiempo abrió los ojos de luz y se vistió con su traje de colores para disfrutarse, así, de noche. Yo ya no salí.

17 de marzo de 2010

Once again

Once again es el título de un librillo de setenta páginas que encontré en una tienda casi, casi fuera de lugar. Lo compré y lo leí en dos sesiones. Encontré que tiene un personaje solitario, pero que ama su soledad y su entorno de personas desconocidas. Se concentra en la lectura y escribe páginas que luego desecha, aunque no todas. Pero en fin, uno trata de encontrarse en los textos e identificarse para aprender a recomponer cosas. Me dormiré pensando en ciertas calles que encontré ahí.

16 de marzo de 2010

Nuevo cuadernillo de notas

Mi cuadernito de notas encierra mucha anotaciones, pero se le han doblado las puntas de las tapas y parece que ha andado por el mundo rodando. Un nuevo cuadernillo de notas es lo que necesito, me dije. Pero al momento advertí que ha sido un buen cuadernillo; que contiene un gran número de desesperaciones escritas en los momentos de mayor soledad y que me ha acompañado por lugares insospechados y ha aguantado las gotas de café caliente, me he arrepentido. Lo veo como un soldado maltrecho que ha efectuado algunos actos heróicos, imposible desecharlo ahora. El cuadernillo nuevo puede esperar todavía en el estante.

15 de marzo de 2010

El rostro que puedes ver

Mira que resulta, a veces, que parece que nos acostumbramos a vivir sin cierta gente cerca de nosotros. Hay días en los que recuerdo especialmente a mi padre y deseos profundamente verlo y hablarle. Y tengo esa sensación de que está lejos, pero que de alguna forma puedo contactarlo. Es cuando advierto que he vivido tantos años sin él que se me vuelve normal la vida así. Ese rostro que puedes ver en tus recuerdos tal vez ya ni siquiera es la cara verdadera de quien uno recuerda. Hemos construido unas facciones para sentirnos anclados a una persona, a un pasado. Ello me recuerda a Ivonne Saed quien en su libro Sobre Paul Auster, nos narra que lo que se recuerda sucede dos veces. En el caso de mi padre, es como si su identidad reforjada, compuesta por mí, continuara viviendo, continuara en una especie de vigencia.

12 de marzo de 2010

Hoy saldré por la noche

Diferente a mis hábitos, hoy saldré cuando la noche sea incipiente. Envejeceremos un poco más con ella.

11 de marzo de 2010

Una o dos líneas

A veces, es suficiente una línea o dos en nuestro cuadernito de notas: la lluvia en el cristal de la ventana se resbala como si fueran largas horas.

10 de marzo de 2010

Sin buen viento

Tal vez los que no sabemos exactamente a dónde vamos, no encontramos buen viento para nuestro velero. Navego las calles sin astrolabio, con la vela henchida de esperanza, pero sin rumbo. Me imagino timonero con maestría, sorteando los vaivenes de multitudes, pero me doy cuenta que sólo soy un pequeño madero subiendo y bajando al ritmo de las olas. La ciudad me adormece y me conforma, la habito a veces feliz, a veces dejándome llevar. De noche trazo un mapa de sus recovecos y esquinas y de día se desdibuja en un irónico acto de magia. Solamente me queda el papel para, nocturno, intentarlo de nuevo... y volver a empezar.

4 de marzo de 2010

Otro día más

Otro día más y la existencia sigue su curso, no se detiene. Un pensamiento, una respiración, una mirada y nos damos cuenta que muchos instantes pasaron. Otro día más... un segundo y cuántas cosas se han marchado. A veces permanezco estático tratando de contar lo que se va, tratando inutilmente de darme cuenta.

22 de febrero de 2010

Delete key

Después de varios días, continúo entre el seguir siendo o ir desapareciendo. Algunas cosas he borrado. Pero en otras, presiono la tecla de borrar y luego deshacer. Ahí se va una parte de lo que soy y, en mi arrepentimiento, todo eso regresa a ocupar mi interior. Pero he notado que algo, algo, se va perdiendo. Si sigo borrando y deshaciendo me iré volviendo más transparente... no me quiero ir del todo... nos sé si me quiero ir... no sé si me iré...

9 de febrero de 2010

Alguien en la ventana

Alguien se ha asomado hace unos días a mi ventana. No distinguí su rostro, pero sé que es de Valencia. Quiero pensar que es mi amigo; mi amigo que ha querido visitarme. Es bienvenido el contorno de su silueta recortándose bajo la plateada luz de la Luna. Me quedé mirando y no supe en qué momento se desvaneció. Leí entonces una página de un minicuento que escribí hace mucho tiempo y que encontré, sin querer, entre las páginas de La escala de los mapas de Belén Gopegui. Fue como habérselo contado a él, como un saludo, pues pasa el tiempo y mucho se nos va quedando en el camino, cada vez más cosas, cada vez más gente.

29 de enero de 2010

Temprano en la noche, como el sol

La tarde se fue, del día me quedó el recuerdo del la luz y los árboles brillantes. Ahora, el neón me multiplica de colores. Los edificios se adormecen en la oscuridad de oficinas cerradas y las calles albergan a quienes esperan la noche. Abandoné la mesita del café y marché lentamente a casa. Hoy, como el Sol al anochecer, me recluiré temprano, recordaré algunos rostros, algunas vidas... leeré y dormiré soñando en días por venir. Tal vez, la Luna estará en la ventana.

18 de enero de 2010

Poca novedad

Sin mucho que decir. Un poco de desaliento y pesimismo, poca lectura, sólo recorriendo los días, marchándome a las sombras del aislamiento y con un cudernillo de notas durmiendo sobre mi mesa de noche. Bien, ahora apagaré la luz para imaginar que la luna vendrá silenciosa hasta la ventana a acompañarme... y dormir.

11 de enero de 2010

Entre las horas

Entre las horas, cualquiera que éstas sean, de un segundo a otro, de un día a otro, la vida puede cambiar. Es como el ademán de un mago, un ondear la mano en la sombra del presagio, un cortar el aire con la varita mágica y todo cambia. Uno parece ser invisible mientras vive normal, mientras las cosas las hacemos bien. Uno pide citas con éste o con aquél y jamás hay un espacio en la agenda. Pero no cometas un error, porque entonces sí hay un lugar en esa eternamente apretada agenda. Vi muy de cerca un corto, pero intenso proceso y veo que las cosas nunca cambian. Y me he dado cuenta que ahora de viejo me ha aparecido un tercer ojo con el que veo el interior de las personas... y no me gusta. Prefiero el elogio a la ceguera como Saramago.