15 de marzo de 2010

El rostro que puedes ver

Mira que resulta, a veces, que parece que nos acostumbramos a vivir sin cierta gente cerca de nosotros. Hay días en los que recuerdo especialmente a mi padre y deseos profundamente verlo y hablarle. Y tengo esa sensación de que está lejos, pero que de alguna forma puedo contactarlo. Es cuando advierto que he vivido tantos años sin él que se me vuelve normal la vida así. Ese rostro que puedes ver en tus recuerdos tal vez ya ni siquiera es la cara verdadera de quien uno recuerda. Hemos construido unas facciones para sentirnos anclados a una persona, a un pasado. Ello me recuerda a Ivonne Saed quien en su libro Sobre Paul Auster, nos narra que lo que se recuerda sucede dos veces. En el caso de mi padre, es como si su identidad reforjada, compuesta por mí, continuara viviendo, continuara en una especie de vigencia.

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