19 de noviembre de 2010

La mano del fuego

Alberto Ruy Sánches, La mano del fuego (segunda edición 2008. La primera edición es de 2007) editorial Alfaguara. Escrita esta novela con un lenguaje entre simple, poético y simbólico, abre un portal a mundos desconocidos para algunos. La mano del fuego se refiere a los aspectos del erotismo, a la sensibilidad de los amantes que se escuchan con las manos sobre la piel del otro. Habla de los significdos de los cinco dedos. Tarik Razaali, el mayor ceramista de Mogador, recibe el encargo de Jassiba, la mujer amante de Zaydún. Ella solicita a Tarik que le diseñe y elabore un modelo en cerámica; una pieza que Tarik, el mayor ceramista, no haya modelado y que jamás elaborará de nuevo. Jassiba pidió que cuando ella y su amante mueran, la pieza definitiva será moldeada con las cenizas de ambos. Ello será la expresión máxima del amor. Una pieza de extrema belleza, aunque inutil y frágil, pero única.
Tarik empieza a trabajar en el modelo perfecto, sin un parpadeo, recuerriendo a sus recuerdos sensuales y cuando ha formado ya la parte que constituye la vasija especial, un insecto llegó haciendo giros en el aire y entró a la estructura del ceramista. Era un cocuyo, pariente de las luciernagas. Este insecto es venerado por la gente de Mogador, pues sostienen que en esa luz, que los hace resplandecer en las noches, se guarda el alma de los muertos; luz que sigue brillando después que los insectos han dejado de vivir. La distracción que produjo el insecto hizo vibrar levemente la mano de Tarik, lo que le proporcionó a la pieza un aspecto singular, inimitable.
Mogador es una dimensión de símbolos y creencias, de tradiciones y oficios, de amor y amantes que bajo la luna se juntan y de mujeres que hacen el amor con el Sol... el Sol como amante.
Es hora de enceder la luz de un cigarrillo, beber los secretos del café y soñar con las callejuelas y tiendas de Mogador. La noche es fría, pero el alma tibia e íntima.

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