13 de noviembre de 2010

Noche fragmentada

Caminé entre la noche de noviembre, casi borracho. La ciudad nocturna parecía distinta. Era uno de esos estadios en los que después de beber un poco uno siente que no necesita a nadie. Un taxi tocó la bocina viéndome como posible cliente: no me importó; de hecho nada me importaba, Si llegaba a casa, bien, si no lo hacía, también estaría bien. Mi cuadernillo de notas dormitaba en el fondo del bolsillo de mi abrigo. Mi mente daba vueltas alrededor de miles de imágenes sin detenerse en ninguna. Cargaba en mi espalda un sabor a soledad y libertad. La ciudad, en esos momentos, era mi aliada; yo era parte de ella y de la noche. Me había mimetizado con la frontera de lo sórdido. Estaba listo para enfrentar, completamente solo, lo que fuera.

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