11 de enero de 2010

Entre las horas

Entre las horas, cualquiera que éstas sean, de un segundo a otro, de un día a otro, la vida puede cambiar. Es como el ademán de un mago, un ondear la mano en la sombra del presagio, un cortar el aire con la varita mágica y todo cambia. Uno parece ser invisible mientras vive normal, mientras las cosas las hacemos bien. Uno pide citas con éste o con aquél y jamás hay un espacio en la agenda. Pero no cometas un error, porque entonces sí hay un lugar en esa eternamente apretada agenda. Vi muy de cerca un corto, pero intenso proceso y veo que las cosas nunca cambian. Y me he dado cuenta que ahora de viejo me ha aparecido un tercer ojo con el que veo el interior de las personas... y no me gusta. Prefiero el elogio a la ceguera como Saramago.

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