19 de noviembre de 2008

Laam ilaa - anee (tablilla 238)

Los domos lucían opacos a esa hora. Esparcidos por la cara norte del planeta eran como antiguos recuerdos de luciérnagas iluminando un árbol verde y oloroso en la noche de diciembre. Más allá, el casco negro y profundo del cielo. En su receptáculo para habitar, Gaa Hal Amer leía en el visor el contenido de una de las tablillas encontradas en el viejo planeta. Fue allí cuando sus recuerdos implantados le trajeron a la memoria una época feliz. Se recostó, como solía hacerlo, cerró los ojos e imaginó cómo sería volver a tener el cuerpo de los antiguos a los que llamaban humanos... No podía imaginar cómo él descendía de ellos. Afuera, un viento extraño barrió la superficie, susurró en los domos y se alejó sisienado.

2 comentarios:

joseluis dijo...

Lauro:
Hace tiempo, mucho quizá, recordé una etapa ulterior de mi vida, una etapa a la que me retrotrajo este texto tuyo.

Ese siseo final le da un toque final muy bueno. Bueno..., para mí.

jose fá dijo...

Hola, qué gusto encontrarte por aquí. Hace mucho, mucho tiempo (tal vez ni es tanto, exagerada que es una, je)

Un abrazo