8 de julio de 2009

Reflejo que no soy yo

Como es usual, las calles atestadas. Me bajé del tren de pasos de la acera y me metí a la tabaquería y compré puros. Aunque en la mayoría de los lugares está pohibido, los fumo en el parque. No hace mucho frío hoy y pienso pasar un buen día. Al cruzar la calle un tipo nos adelantó a todos. Quedé asombrado pues era muy parecido a mí. No era sólo la cara de judío viejo: la nariz grande, la barba canosa, los ojos oscuros, sino la estatura, los hombros y la manera de andar.
Decidí seguirlo... ¡fue el colmo! del bosillo de su abrigo sobresalía el extremo de un cuadernillo... ¡Igual que yo! Caminamos tres cuadras, entramos a La Fuente. Ahí ocupamos nuestra mesa, pedimos café, pedimos pan, encendimos cigarrillos (aquí todavía lo permiten) y comenzamos a revisar nuestras notas.

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