3 de abril de 2009

Tras la pista

Desde la mesa del café comencé a observar al tipo del maletín negro. Era un hombre aparentemente común y corriente, sin embargo, su mirada como distraída, como distante, y su forma de moverse, lo delatan. Sé, por su manera de tomar la taza y de sorber el café, que espera a alguien con quien tendrá tratos. Por eso lo vigilo. Este caso no me lo encargó nadie; no fui contratado, lo estoy atendiendo por mi propia cuenta, sólo por una corazonada. En el momento en el que lo vi bajar del camión, advertí que era un agente secreto. Tengo un año ya siguiéndolo, no he descubierto nada serio aún, pero ya cometerá un error y entonces...

El hombre del maletín negro, se levantó con suavidad sonriendo abiertamente, saludó a su esposa, con quien había quedado de verse; pidieron un café para ella y luego se enfrascaron en su cotidiana conversación: cómo estuvo el día en el trabajo, los niños entrarían a periodo de exámenes, la llave de la cocina comenzó a gotear otra vez...

Ya cometerá algún error y entonces...

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