15 de diciembre de 2009

En fin, diciembre

Republicana traía y llevaba gente en sus aceras. El frío me paralizó el rostro al salir de la tienda. La fantasía de la navidad había llegado: luces de colores, los almacenes con su iluminación cálida y sus elegantes aparadores. Las personas con abrigos, guantes y bufandas lucen circunspectas. Es un frenesí, aunque algunos nos la tomamos con calma y con una pequeña bolsa conteniendo un regalo sencillo (para uno mismo) nos dedicábamos a mirar el paso de peatones desde la comodidad de una mesita afuera de Olive, bajo los toldos y las flamas de un calentador de gas. Traía mi amuleto, un libro, bueno, lo acababa de comprar: Reconstruction. Eran las ocho y el público atestaba todo. Cada uno tratando de pasar estos días… unos mejor que otros, claro. En fin, no estaba tan mal para un viejo solitario.

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