16 de diciembre de 2009

No lo sabía

Durante varios días dejé sobre el escritorio el cuaderno de notas. Comencé a leer Travels in the Scriptorium de Paul Auster. Tal vez no tenga nada que ver realmente este libro con lo que aquí escribo, pero una parte me hizo pensar en lo que sería despertar un día cualquiera y encontrar que se está encerrado en una habitación. De ahí pasé a darme cuenta de algo que no sabía (esto me hizo trasladarme a otro libro The Illustrated Man de Ray Bradbury): mucho, por no decir todo, lo que nos acontece se nos queda grabado. Creemos que lo olvidamos y, en gran cantidad de ocasiones, consideramos que lo hemos enterrado o escondido en un baúl en lo más hondo de nuestro sótano interior... pero resulta que no. Todas esas experiencias nos marcan y remarcan y emergen a cada momento y las desechamos ensegida, pero luego regresan y así pasamos cada día. Se nos quedan como si fueran un intrincado tatuaje que va desde la mente hasta la piel y nos cubre todo el cuerpo. Ahí podemos leer y recordar nuestro pasado. Lo peor es que nos hacen temer el futuro. Este apunte no forma parte del cuaderno de notas.

No hay comentarios.: