22 de junio de 2006

Geometría de la tristeza

La avenida es una sierpe colorida de faros y anuncios que matiza su personalidad al desdoblarse en la refracción de la pertinaz llovizna. Ondula su energético cuerpo de jade luminoso. Soy una miniatura en la acera de sus entrañas, una mancha cuadriculada en la piel de asfalto que reviste su vientre.
Se adelanta en el nocturno aire citadino con anillado movimiento arrastrándose ahíta de corazones latiendo calientes en su interior. Es como un río fluorecente transportándonos hasta la sangrante noche azteca de ofrendas.
Intento ser sólo un testigo desde mi envoltura urbanita, pero ella me aprisiona con su constrictor abrazo. Quedó allí entonces, indefenso, expuesto ante su voracidad y tamaño. Las escamas del enorme cuerpo conformadas por los toldos, los espectaculares, las prohibiciones de estacionamiento, producen un sonido de cascabeles y se agita intensa en mitad del tráfago que la alimenta y aviva.
Por ella, en triángulos y trapecios, en círculos y rectángulos, transita la soledad, paseando en el vaivén de marea, oreando la nostalgia y la melancolía.

No hay comentarios.: