Cuando retomé
El hombre en el puente me volví a ver perfectamente dibujado en ese personaje. Releí los dos primeros capítulos, de ellos escribí un breve relato
La ciudad que sueña. Al día siguiente salí con mi laptop rumbo a un café para revisarlo. Mientras lo hacía, alguien me llamó por mi nombre. El encuentro de mi relato sucedió en el café, en la tarde fría y azul.
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