30 de diciembre de 2011

Tiempo de partir

De pie en la puerta miraba la llovizna que bajaba suavemente con un rumor sutil. A esa hora la soledad se había aposentado en la calleja. Bajo el sombrero, en lugar de rostro, una mancha oscura. Finalmente, tomó la maleta, levantó el cuello del abrigo, cerró la puerta y enchó a andar lentamente. No sabía si la había matado, pero eso no le importaba, era el tiempo de partir y partíó.

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