25 de octubre de 2014

Nota del cuadernillo azul



Llevo un tatuaje urbano, intrincado y profundo. Las luces y los anuncios, las plazas y los edificios se han bordado en mi piel y en mi alma. Sé de memoria callejas perdidas, espacios ocultos y algunos laberintos. Puedo andar a ciegas y reconocer por los olores en dónde estoy. Aquí es siempre invierno y llovizna, enfermos de soledad, asuntos privados. Al salir, el abrigo lo oculta todo; salir a las calles, a los parques, a los cafés. Salir para vernos, reconocernos, no importa que seamos no más que manchas de sombras perdidas entre sombras. Nos basta cruzarnos unos con otros y esquivarnos como bandada de cuervos. A veces nos entrampamos hablando y dejando pasar el tiempo. Personajes de la ciudad, de papel, sin remedio ni reparo.

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