2 de noviembre de 2009

La Muerte y la calabaza

En uno de mis cuentos escribí de un hombre, solitario en el planeta Tierra, que esculpió dedicadamente una calabaza y salió a colocarla en la entrada de su casa. Luego entró y cerró la puerta para siempre. De ahí devino la muerte de este hombre. Así que unas anotaciones en una hoja suelta decían (a manera de segunda parte) que la Muerte lo había visitado y que le preguntó qué eran para él la Fiesta de la brujas y el Día de muertos. Él le respondió que nunca celebraba ninguna fecha, pero que en esta ocasión, quiso unir esos dos sueños fantásticos. Con la primera, dejar una luz eterna para los que vagan en la Dimensión y, con la otra, iluminarle el camino a esos navegantes que se nos hacercan de noche desde esa Dimensión. La Muerte no entendió y serenamente cerró los ojos del aquel viejo resignado. Un aliento suave empañó imperceptiblemente el aire cercano a sus labios. Tal vez dijo: adios.

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