3 de febrero de 2009

Soledad

Se ha dormido el día
bajo el toldo de nubes
y las calles se vuelven
un rosario de pasos presurosos.

Un hombre en la esquina
espera a alguien
mira el reloj y en la pared
se apoya desolado.

La noche se acerca
lento aliento luminoso
de neón ilumina
las sombras que se acercan silenciosas.

La llovizna humedece
al que espera
recargado en la vieja esquina
mira su reloj con impaciencia.

Luego echa a andar derrotado
con un nombre desteñido
doblado en el bolsillo
junto a una fotografía que sonríe.

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