24 de octubre de 2008

Hoy no quiero escribir, será por que vi al hombre de enfrente de pie, indeciso en el umbral de la puerta cerrada, con una maleta en la mano y en la otra, imagino que una historia por enterrar. Finalmente, vacilante y desarticulado, se marchó.
Hoy no quiero escribir, será porque mi teléfono no suena desde hace años y hoy, no sé por qué, volví a notarlo. Esta es la última línea de hoy, la noche doméstica empieza a rodearme, encenderé la lámpara y dejaré caer la vista sobre el muro de ladrillos negros de esta novela aciaga.

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