22 de junio de 2011

Una luz tras la ventana

Nada había allá afuera. La calle continuaba solitaria. Era la una de la madrugada y la llovizna rumoraba sobre el empedrado. Esta vez no vi ninguna figura caminando; las isletas de luz interrumpían la lóbrega vía. Yo, asomado a la ventana, me sentía tan desolado, abandonado; creía ser el único ser en el planeta. De la manera más inesperada, una luz se encendió en el edificio de enfrente. Fue como una respuesta, fue como una fiesta, fue como un saludo, fue como un algarabía. Estuve mirando ese cuadro amarillo durante un largo rato; ahora, la madrugada era alegre, algo se vivificó y me quedé ahí disfrutando el viento. Luego, me fui a la cama y dormí inmediatamente y soñé cosas agradables.