23 de abril de 2010

Tráfago

En la ruleta rusa de la oficina, haciendo lo que me gusta sí, pero sacando la cabeza del devenir de papeles, un amasijo de esperanzas, una cuadrícula rídicula de cifras positivas, un buenos días falso, los timbres de los celulares... personalizados y ridículos. Un mosco garabateando el aire que se espesa poco a poco. El mediodía deja resonar sus pasos. Tengo tantas cosas que hacer que el reloj se vuelve un rompecabezas insólito. Allá afuera, los cafés, las calles mis amigas. El sol apostado en las esquinas esperando la noche... qué día tan largo. Entre los renglones de mi cuadernillo anoto mi frase afortunada, especial, tal vez al anochecer la tache y busque otra genialidad literaria. Por lo pronto imagino una mariposa deletreando un nombre... y así gira el día por hoy.

14 de abril de 2010

Que me sueñe la ciudad

Tantos carteles en la calle
es como leer un libro
y ver una dimensión alterna
la realidad bizarra
a la que decimos no pertenecer
Las lámparas públicas
iluminan las paredes de carteles
pegoteados unos sobre otros
Somos los lectores de paredes
de las nomenclaturas pandilleras
Transitamos como en un museo
observando las obras
de manos ocultas
Cada cartel tiene detrás
un grupo que cree en ello
En fin, paso
me voy al trabajo
me voy al parque
me voy al café
me pierdo en cualquie calle
Repaso de regreso a casa
Sueño con la ciudad
y sueño que ella hace lo mismo
aunque seguro estoy
que no soy nadie para ella.

2 de abril de 2010

Me contaron ayer

Me contaron ayer que te vieron salir de un café; que te abrazaste a él bajo el paraguas; que se dieron un beso y caminando despacio se perdieron en la calle de lluvia. Yo sonreí para que no vieran mi tristeza, pero no fue más que la mueca de un payaso sonriéndole a su soledad.

Asunto de gramática

Se quedó frente al espejo mirando ese rostro que no le pertenecía. Un caudal de imágenes se fueron encimando unas sobre otras provocando que las facciones se le ondularan como si se encontrara mareado o en una pesadilla. Sin pasado no hay dolor. Pero no tener pasado es un pensamiento tan absurdo como figurarse que la muerte se olvidará de nosotros. No tener pasado es un acto de un instante: al nacer. No tener pasado es no existir, no ser. Ante ello, fue desechando capa por capa como si pelara una cebolla. Al final de la suma, quitar las capas del pasado como pelar una cebolla, igualmente nos hace llorar.
Cuando notó que el rostro en el espejo volvió a ser lo más parecido a él, intentó una sonrisa, no resultó como la deseaba y dio media vuelta y dejó a sus espaldas el espejo inquisidor que le devolvía en reflejos cosas que no quería volver a ver.
El pasado es un espacio verbal que había tachado en su gramática personal; el tiempo presente era su mejor conjugación. En cuanto al futuro, no le disgustaba, no lo consideraba de imprtancia, podía existir o no. Lo único que vislumbraba era que, en algún momento, partiría de este mundo con un boleto sólo de ida.