29 de enero de 2010

Temprano en la noche, como el sol

La tarde se fue, del día me quedó el recuerdo del la luz y los árboles brillantes. Ahora, el neón me multiplica de colores. Los edificios se adormecen en la oscuridad de oficinas cerradas y las calles albergan a quienes esperan la noche. Abandoné la mesita del café y marché lentamente a casa. Hoy, como el Sol al anochecer, me recluiré temprano, recordaré algunos rostros, algunas vidas... leeré y dormiré soñando en días por venir. Tal vez, la Luna estará en la ventana.

18 de enero de 2010

Poca novedad

Sin mucho que decir. Un poco de desaliento y pesimismo, poca lectura, sólo recorriendo los días, marchándome a las sombras del aislamiento y con un cudernillo de notas durmiendo sobre mi mesa de noche. Bien, ahora apagaré la luz para imaginar que la luna vendrá silenciosa hasta la ventana a acompañarme... y dormir.

11 de enero de 2010

Entre las horas

Entre las horas, cualquiera que éstas sean, de un segundo a otro, de un día a otro, la vida puede cambiar. Es como el ademán de un mago, un ondear la mano en la sombra del presagio, un cortar el aire con la varita mágica y todo cambia. Uno parece ser invisible mientras vive normal, mientras las cosas las hacemos bien. Uno pide citas con éste o con aquél y jamás hay un espacio en la agenda. Pero no cometas un error, porque entonces sí hay un lugar en esa eternamente apretada agenda. Vi muy de cerca un corto, pero intenso proceso y veo que las cosas nunca cambian. Y me he dado cuenta que ahora de viejo me ha aparecido un tercer ojo con el que veo el interior de las personas... y no me gusta. Prefiero el elogio a la ceguera como Saramago.