16 de noviembre de 2009

Apunte para ser borrado

Vi cómo le hablaba aquella anciana al también anciano sentados en la banca del parque San Marcos. Se inclinaba hacia él con atención y las palabras salían fácilmenete de la boca antigua y se mecían en el aire como hojas de otoño. El anciano escuchaba con atención y asentía. Era un mediodía nublado y fresco, pero luminoso, como si fuera el pleno verano. Dejé mis notas a un lado y me dediqué a mirar a la milenaria pareja. Ella se levantó, parecía estarle diciendo un poema de cuando eran jóvenes. El hombre sonreía, ella sonreía. Luego ayudó al anciano a ponerse de pie. Él, apoyándose en el bastón, echó a caminar con la mujer tomada del brazo. Volví a mis notas, las releí para continuar. La noche es como ese viento repentino, uno no sabe de dónde viene ni a dónde va; se va y nos deja mudos, con la soledad agigantándose en nuestra habitación y en el alma. La soledad es una sombra que lo ocupa todo. De la calle no llega ningún sonido, es como si el mundo se hubiera marchado" El narrador explicó: "Estaba tan solo que ya no sabía si era él mismo o si ya era otro..." No continué. Agregué una nota en la parte superior: borrar este apunte... "

14 de noviembre de 2009

Desde la ventana del autobús

Las personas viven la vida como pueden, toman decisiones, a veces no correctas, pero ni modo: así es la vida. La gente se relaciona con aquellos en los que considera encontrará eco o con las personas que admira por la razón que sea. Cada uno tiene sus manías y sus secretos, algunos malos, otros no tanto. La gente hace cosas porque quiere o porque no quiere, se entristece por nada, la abruma la soledad o le gusta, se rodea de personas o huye de ellas... no hay modo de encontrar la fórmula para comprender la vida... Yo, soy como cualquiera de ellas, uno más tratando de descifrar las calles, los rostros, las palabras, pero no hay prisa, no hay prisa, de hecho, si no descifro nada no importa.

7 de noviembre de 2009

Bosquejo de un día común

"No hay nada especial en diciembre, sólo luces y gente atestando las aceras... un mundo al que no estoy invitado..." Así comienza mi artículo para El Faro y que había escrito un día antes. Lo hice sin levantarme. Lo envié con un ufano clic en el "enter" y me fui a dormir. Hoy, salí más temprano a mi trabajo; revisé varios textos sin tropiezos. Sentía que me deslizaba suavemente por los renglones. Comí con más lentitud y me fui a casa. Ahora son las seis de la tarde y estoy entre la multitud de compradores. Rebusco en los estantes tratando de encontrar unos guantes (consideré que los míos están ya ajados). Después iré a La Fuente, tomaré café y leeré Qué leer, aunque mi amigo Sandín opine que le parece "floja", a mí me entretiene. Es verdad que no es la gran revista sobre libros, premios, editores y escritores, pero... me entretiene. A Sandín le confío sus comentarios, pues son acertados y argumentados. En fin, terminaré el día sin prisa.

2 de noviembre de 2009

La Muerte y la calabaza

En uno de mis cuentos escribí de un hombre, solitario en el planeta Tierra, que esculpió dedicadamente una calabaza y salió a colocarla en la entrada de su casa. Luego entró y cerró la puerta para siempre. De ahí devino la muerte de este hombre. Así que unas anotaciones en una hoja suelta decían (a manera de segunda parte) que la Muerte lo había visitado y que le preguntó qué eran para él la Fiesta de la brujas y el Día de muertos. Él le respondió que nunca celebraba ninguna fecha, pero que en esta ocasión, quiso unir esos dos sueños fantásticos. Con la primera, dejar una luz eterna para los que vagan en la Dimensión y, con la otra, iluminarle el camino a esos navegantes que se nos hacercan de noche desde esa Dimensión. La Muerte no entendió y serenamente cerró los ojos del aquel viejo resignado. Un aliento suave empañó imperceptiblemente el aire cercano a sus labios. Tal vez dijo: adios.

Una nota entre notas

En el cuadernillo de notas (encontrado sin querer) hallé, hacia las páginas finales, un trozo de papel en cuya esquina aparece la dirección de Paul Auster (talvez planeaba ir a visitarlo en su departamento y tratar de hacerme su amigo, únicamente porque se dignó responderme, breve y cortesmente, un desmedido cometario a su novela Moon palace). El punto es que no recuerdo de dónde tomé esa dirección, ni tampoco cómo o por qué le envié el comentario. También había un pequeño texto, cuyo contenido no revelaré y que, aunque aparezcan mis iniciales al final, no recuerdo (estoy seguro) haberlo escrito yo...